Entregada totalmente a él, arqueó la espalda en busca de que profundizara más mientras apretaba las piernas alrededor de su cintura. Quiso gritarle que siguiera, que no parara nunca, pero era incapaz. Oleadas de placer explotaban en su interior a cada nueva embestida. Ver el placer que le proporcionaba, excitó aún más a Juan, por ello aumento la velocidad de sus penetraciones hasta que la sintió gemir extasiada, entonces y, solo entonces, él se permitió dejarse llevar por un abrasador orgasmo que le hizo soltar un gruñido varonil.

Agotados y con las respiraciones alteradas Juan la miró y antes de levantarse la besó en los labios y le susurró.

—Me gusta mirarte a la cara cuando hacemos el amor. Estas preciosa.

Ella no respondió. Apenas tenía resuello para respirar y cuando escuchó aquello sintió una nueva oleada de placer que la hizo suspirar.

Segundos después ambos se levantaron del sillón. Juan cogió la toalla negra que descansaba en el suelo y se la anudó de nuevo a la cintura. Noelia miró hacia una botella de agua junto a la mesa del comedor y levantándose se acercó hasta ella y tras llenar un vaso de agua bebió. Estaba seca. Juan incapaz de quitarle los ojos de encima a aquella mujer, recorrió con deleite su cuerpo desnudo y acercándose a ella volvió a besarla mientras susurraba:

—Tú y yo esta noche tenemos muchas cosas que hacer. Muchas.

Encantados por la magnífica noche de sexo que tenían por delante disfrutaban del momento entre besos y abrazos sin ser conscientes de que alguien les observaba desde el exterior del chalet.

Irene, enfadada por la llamada de su hija, quiso saber la verdad. Y en vez de llamar a su hermano por teléfono se presento en casa de este para ver si Noelia estaba allí o no. Pero tras aparcar frente a la casa se quedó de piedra. Podía ver desde la calle y a través de la ventana corno su hermano se besaba apasionadamente con una mujer rubia. ¿Quien era aquella?

¿Y por qué su hermano se la jugaba estando Noelia a punto de llegar?

Encendida, indignada e incapaz de marcharse sin hacerle saber al descerebrado de su hermano lo que había visto, se dirigió hacia la casa y pegó el dedo al portero automático. Juan vio desde el interior que se trataba de su hermana, abrió la cancela de inmediato e Irene entró como un miura en el jardín.

Juan ordenó a Noelia esconderse. Irene no podía encontrarla allí. No solo porque no llevaba la peluca ni las lentillas, sino también porque se suponía que estaba con su sobrina Rocío. Cuando Juan abrió la puerta de su casa solo vestido con la toalla alrededor de la cintura, su hermana le miró y con gesto agrio dijo:

—¿Te parece bonito lo que estás haciendo? ¡So cochino!

Desconcertado, y sin entender a qué se refería le preguntó:

—¿Qué estoy haciendo?

—Eres como todos. ¡Un insensible! Tienes menos sensibilidad que un chipirón y me avergüenzo de ser tu hermana. Yo… yo pensé que por Noelia sentías algo especial. Creí verlo en tu mirada, la manera como la tratabas, pero nooooooooo… ¡Me equivoqué! Eres un tío más que solo piensa con la punta del pito y… y aquí estás retozando con esa pilingui rubia sin importarte lo que otra mujer sienta por ti. ¡Qué horror! Y encima con una… una rubia de bote que estoy segura que no le llega a la maravillosa Noelia ni a la punta del dedo meñique. ¡Merluzo! Eres un soberano merluzo y terminarás más solo que la una por ser eso ¡un merluzo guaperas que se cree más listo que nadie! Pero bueno, ¿acaso no has pensado que Noelia está caer? ¿Qué pretendes? ¿Qué te pille ella con esa guarra? Oh, Dios… cómo sois los hombres…

Juan no habló. No podía sacarla de su error. Se limitó a escuchar aquella reprimenda mientras ella proseguía.

—Ahora me alegro que mi Rocío esté con Noelia Tomando se algo en el pueblo. Mira que me mosqueé cuando me llamo, pero ahora soy feliz al saber que al menos esos dos angelitos se islán dividiendo.

—Lo de angelillos me ha llegado al corazón —se mofó Juan y su hermana, al escucharle, le dio un bolsazo.

—Pues sí, imbécil, más que tú sí que lo son. Por lo menos no están engañando a nadie, cosa que no se puede decir de ti. Ojalá se lo pasen bien y disfruten, porque lo que es contigo. Tras el sobeteo que te estás metiendo con esa… esa pilingui rubia, fuerzas te faltarán. Esto Juan… no me lo esperaba de ti.

Sin más se dio la vuelta con cajas destempladas y comenzó a andar pero antes de llegar a la puerta del jardín se volvió y gritó.

—Haz el favor de sacar a esa guarra de tu casa y cambiar las sabanas. No querrás que cuando llegue Noelia, la pille aquí.

Dicho esto cerró de un portazo la puerta del jardín y desapareció. Juan todavía boquiabierto por aquel arranque de furia de su hermana cerró la puerta de su casa y al volverse se encontró con la divertida mirada de la supuesta rubia que muerta de risa murmuró:

—¿¡Pilingui?… tu hermana me ha llamado pilingui y a ti merluzo.

—Sí, angelillo —suspiró boquiabierto—. Y esto es solo culpa luya. La mentira que tú y Rocío habéis tramado ha traído sus consecuencias.

—Venga, no seas tan negativo y saca el lado positivo de ello.

—¿Lado positivo? ¿Dónde está lo positivo?

Con una picara sonrisa Noelia corrió hacia las escaleras y antes de comenzar a subirlas con Senda detrás dijo:

—Que tu hermana me quiere y que por fin ha descubierto que eres un merluzo.

Al sentir su guasa, sonrió y corriendo tras ella escaleras arriba gritó:

—Prepárale canija, porque esto lo vas a pagar muy… muy caro.



















44

Días después, Eva sentada ante su viejo y anticuado PC respondía los emails de sus colegas y amigos y se divertía un rato en facebook. Tras hablar con varios compañeros envió su currículum a varias agencias con la esperanza de que le saliera algún trabajo. No era momento fácil con la crisis pero aun así ella no se rendía y se empeñaba en encontrar algo.

—Cariño ¿vienes a desayunar? —preguntó Manuel golpeando con los nudillos en la puerta de la habitación de su hija.

—Papá, dame unos minutos. Este puñetero ordenador es leeeeentooooo. En cuanto termine lo que estoy haciendo, bajo.

—Tu hermana y el bebé ya están en la cocina. No tardes.

—Vale papá.

Ataviada con un pijama de Pucca abrió el navegador de Google. Tenía una curiosidad y tecleó Fashion Victim, el nombre de la empresa que Noelia le había dado. Buscó entre los cientos de enlaces existentes que encontró con aquel nombre, pero no encontró nada concerniente a ellos. Qué raro.

Una empresa joven y que no esté en la red pensó sorprendida.

Finalmente desistió y cuando iba a cerrar su correo personal, comprobó que había recibido un mensaje de su amiga Yolanda Grecia. Una periodista como ella pero que trabajaba para la agencia EFE.

Hola Eva. ¿Cómo va todo? Me imagino que mal. Ya me enteré que te habían echado del curro. Por aquí jorobados como siempre. Han despedido a Núñez y dicen que van a despedir a más gente ¿me tocará esta vez?

Te cuento: Hace unos días llegó un rumor a la redacción. Por lo visto Estela Ponce, la actriz de Hollywood, nominada este año al Oscar como Mejor Actriz, esta en España. Según cuenta alguien de su equipo, esta de incógnito. Ni que decir que todas las redacciones matarían por saber dónde está y en especial con quién. Si encuentras algo dímelo, ya sabes que con un bombazo así nos aseguraríamos un buen pellizco y seguramente más de un trabajo. Un besito.

Yoli.

Sorprendida por la noticia pinchó en el enlace que le ponía su amiga. En ella se veían las últimas noticias de Estela Ponce. Su nominación a los Oscar, su supuesto romance con Mike Grisman, su promoción de Brigada 42 por Europa y lo ocurrido en el hotel Ritz de Madrid. Observó con curiosidad a la glamurosa mujer rubia que aparecía en las fotos. En especial en las que aparecía junto al guapísimo Mike Crisman. Pero al llegar a las fotos: del suceso ocurrido en el hotel Ritz, algo llamó su atención.

Durante unos segundos observó una de las fotos. En ella se veía a Estela Ponce de pie hablando con el actor Mike Grisman y alguien más a su lado de quien solo se le veía la mano y un sello de oro en el dedo anular.

—¿Dónde he visto yo ese anillo? —murmuró al observarlo.

Al continuar con la revisión de las fotos comprobó que en una de ellas se veía a varios hombres de espaldas, y por su indumentaria, especialmente por el casco negro parecían ¿geos? Al ver aquello recordó el rescate y sorprendida se preguntó si su hermano habría estado allí. Tendría que preguntárselo.

—Gorrioncillo, si no bajas se te quedará la leche congelaíta, hermosa. Y mira lo que te digo, el que no coge consejos no llega a viejo —escuchó de pronto la voz de su abuelo Goyo.

—¡Vale abuelo lo he pillado! ¡En seguida voy! —exclamó sonriendo.

—El en seguida voy no me convence —insistió aquel tras la puerta—. Piensa que cuando tú vas a por harina, yo ya hice setecientas barras de pan y me las comí.

—De acuerdo… voy… voy.

Sorprendida por lo que habla descubierto en la foto dejó el portátil abierto, más tarde seguiría mirándolas. Encontrar alguna pista de aquella diva del cine podía ser una buena carta de presentación para volver a encontrar trabajo o al menos para sacarse un dinero extra. Finalmente abrió la puerta de su habitación y cogiendo a su entrañable abuelo del brazo dijo.

—No se hable más abuelo Goyo ¡a desayunar!



















45

Faltaban pocos días para la cena de Nochebuena e Irene ya les había cotorreado a sus hermanas lo que había descubierto en casa de Juan aquella noche. Continuaba muy enfadada. ¿Como podía su hermano ser tan insensible?