—Vaya… —rio ella enloqueciéndole más.

—En este instante, te relataría punto por punto todo, absolutamente todo, lo que quiero hacerte, pero creo que si sigo pensando en ello, no voy a ser capaz de contener mis instintos más primitivos y debo recordar que estamos en un local público, soy un agente de la autoridad y en mi ficha no vendría nada bien que constara que me han detenido por escándalo público con Estela Ponce. Por lo tanto —dijo recostándose en la silla—, me tomaré el café; retendré mis impulsos y mis ganas de ti y seré un buen chico hasta que llegue a la intimidad de mí habitación.

Excitada por como él le hacía el amor con la mirada en medio de aquella cafetería, la diva del cine tragó el nudo de emociones atascado en su garganta.

—¿Sabes qué es lo que más me gusta de España? —Mizo una pausa—: Sin lugar a dudas tú.

—Vaya… —bromeó él.

Ambos sonrieron y para enfriar el momento Noelia soltó:

—También me tiene maravillada poder estar sentada aquí contigo en esta cafetería, pasar desapercibida y sentirme una persona completamente normal corriente.

Dicho esto ella se levantó de su asiento y, sin dudarlo, se sentó sobre sus piernas. Por primera vez en su vida podía ser natural y espontánea, y sin importarle lo que la gente pudiera pensar a su alrededor, le besó con adoración y le susurró a escasos centímetros de su boca:

—Gracias.

—¿Por qué cielo? ¿Por traerte de shopping? ¿Por desearte como te deseo? —preguntó divertido y excitado.

Consciente de que estaba totalmente colada por él dejó escapar un suspiró.

—Por ser como eres y por invitarme a pasar las Navidades contigo —dijo.



















46

Aquella noche cansados por el día de compras en Madrid, tras una cena maravillosa ya en casa de Juan, Tomi les contó sus locas peripecias con Peterman por Barcelona.

Un par de horas después, los tortolitos al fin se quedaron solos y decidieron dedicarse a lo que más les gustaba. Besarse apasionadamente en el sofá. Todo apuntaba a pasar una nueva noche de tórrida pasión, cuando sonó el timbre de la casa. Eva, Irene, Laura, Almudena y Menchu habían decidido salir a tomar algo y querían llevarse a Noelia. Era la primera noche que Almudena salía tras ser mamá. El pequeño Joel se quedaba con los abuelos y querían celebrarlo. A ninguno de los dos les gustó aquella intromisión. Tenían planes y ellas con sus risas y su buen humor se los habían estropeado.

—Venga vamos ¡que la noche es joven! Ya os rebozaréis en la cama otro día —gritó Eva divertida al ver el gesto ceñudo de su hermano.

—Hoy, por fin, soy una madre liberada —gritó Almudena deseosa de pasarlo bien.

Noelia miró a Juan deseosa de ver en su mirada una señal para rechazar la oferta, pero él se limitó a sonreír.

—Venga Noelia, ¡vámonos! —intervino Irene y mirando a su hermano concluyó—. Es noche de chicas y ten por seguro que lo vamos a pasar bien. ¡Muy bien! En Sigüenza hay muchos hombres guapísimos y quiero que Noelia los conozca.

Juan miró a su hermana. En seguida pilló por dónde iba aquel comentario tan sarcástico, y apoyándose en el quicio de la puerta asintió resignado.

—Si te apetece, ve con ellas. Seguro que lo pasaréis bien.

Acto seguido Noelia corrió escaleras arriba para cambiarse de ropa. En ese momento, Juan cambio el gesto y mirando a su hermana mayor indicó.

—Cuidadito dónde metéis a Noelia, ¿enterada?

—Piensa el ladrón que todos son de su condición —contestó esta y al ver su ceño fruncido aclaró—: Mira merluzo, te aseguro que esta noche ella va a disfrutar de lo lindo. Tanto como tú la otra noche.

Fue a responder cuando escuchó decir a Laura:

—Mi churri ha dicho que ahora te llamaba. Dice que llevará a Sergio a casa de mis padres y así vosotros podéis quedar y salir a tomar algo también. ¿Te apetece?

—Bueno… —suspiró resignado.

Sin querer escuchar las barbaridades que sus hermanas decían subió a la habitación donde Noelia se arreglaba a toda prisa.

—¿Regresarás muy tarde?

Sorprendida por aquella pregunta le miró y encogiéndose de hombros respondió:

—Pues no lo sé, Juan ¡es noche de chicas!

Quiso pedirle que no se marchara, que se quedara con él, pero algo se lo impedía. No debía hacer aquello. La exclusividad no era buena y si ahora la exigía, tarde o temprano ella se la podría exigir a él. Por ello observando cómo se maquillaba los ojos preguntó:

—¿Qué hacemos con Tomi? ¿Vas a decírselo?

—No. Está durmiendo ya.

—Estoy seguro que él estaría encantado de salir con vosotras —insistió de nuevo.

Noelia, molesta porque no le pidiera que se quedara con él, le miró, y con una fantástica sonrisa de lo más estudiada dijo tras pensar en su primo:

—Sé que le encantaría una reunión de mujeres. Peeeeroooooooo… cuando le duele la cabeza es mejor que duerma. Además, se ha tomado dos pastillitas para dormir y cuando lo hace, cae como un tronco en la cama.

Inquieto por lo que sus hermanas podían tener tramado pero sin querer manifestarlo, se sentó en la cama mientras recorría lentamente aquel cuerpo con la mirada. Ella se ha había puesto unos vaqueros, una camiseta azul ajustada y sus botas altas. Estaba guapísima. Pero ¿cuándo no estaba preciosa?, se preguntó mientras intentaba contener las ganas de desnudarla.

—Yo saldré a tomar una copa con Carlos y los chicos.

—¡Perfecto! —asintió ella con vivacidad.

Una vez se pintó los labios y comprobó que su peluca estaba perfecta y en su sitio, se volvió hacia él que la miraba con gesto indescifrable y tras darle un rápido beso en los labios murmuró sin querer pensar en nada más:

—Pásalo bien con tus amigos. Hasta luego.

Dicho esto se dio la vuelta y desapareció. Boquiabierto miró la puerta que se cerró tras ella ¿se había ido? Sorprendido por lo enfurecido que estaba porque se hubiera marchado se levantó y se asomó a la ventana. Desde allí vio al grupo de locas montarse todas en el todo terreno de Irene y ponerse en marcha. Durante unos segundos se quedo mirando las luces del coche que se alejaban. Aquel silencio de pronto se le torno incómodo. Le apetecía escuchar el bullicio de la risa de Noelia y eso le incomodó. ¿Que le estaba ocurriendo? ¿Desde cuándo la presencia de una mujer a su lado le había sido tan necesaria? Finalmente sacó su móvil y llamó a Carlos.

—A ver, churri ¿Dónde habéis quedado?



















47

Las chicas cenaron en un restaurante italiano entre risas y alboroto. Almudena contó por decimoctava vez lo ocurrido el día del parto y todas se morían de risa con aquel relato. Cuando terminaron la cena decidieron ir a tomar unas copas al bar de Quique, un amigo de Menchu.

—¡La madre del cordero! —rio Eva—. Almu, ¿ese de allí no es el municipal que fue el otro día a casa?

Tolas las mujeres se volvieron para mirar. Almu, tras hacerle un escáner y ver que este las miraba asintió.

—Correcto, hermanita. Allí tenemos al supuesto boy que resultó que no lo era.

—Ay Virgencita qué vergüenza ¡qué vergüenza! — murmuró Irene al ver como se acercaba hasta ellas.

—¿Vergüenza por qué? —preguntó Eva haciendo sonreír a Noelia—. Un tonto error lo tiene cualquiera.

—Pues claro que sí —asintió Menchu divertida.

Segundos después aquel alto y atractivo hombre llegó hasta ellas y tras clavar su mirada en Almudena dijo:

—Qué grata sorpresa.

—Además que sí —asintió Eva encantada.

Los siguientes instantes Irene los dedicó a disculparse mientras las demás, a excepción de Eva que sacó toda su artillería sexual, miraban hacia otro lado. Pero pasados diez minutos Eva claudicó cuando el hombre se marchó y asumió que solo tenia ojos para Almudena.

—Has ligado —susurró Noelia divertida.

—¡¿Yo?!

—Si, tu —asintió Eva—. Ese poli note ha quitado la vista de encima. ¿No le has dado cuenta?

Sorprendida. Almudena miro hacia el poli y comprobó que aquel aun la miraba.

—Pero ¿cómo voy a ligar yo con la pinta que tengo? Joder… pero si no tengo cintura y debo de oler a leche agria.

—Será por las tetorras que tienes —se mofó Menchu.

—Pues si es por eso lo lleva claro —se mofó Almudena— Menuda decepción se llevará el hombre cuando vea que las pierdo según pasan los días.

—Mujer… ¿y qué? —insistió Noelia—. Aprovecha el momento y pásalo bien.

—Tú sí que tienes que aprovechar el momento, cielo —propuso Irene, y tras mirar a sus hermanas preguntó—. ¿Has visto algún guaperas que te guste?

Sorprendida por aquella pregunta pero intuyendo el porqué, la miró y dijo:

—Pues no. La verdad es que no.

—Vamos a ver Noe mira y observa, porque yo estoy viendo mucho material de primera —se mofó Eva.

—¿Qué te parece el amigo del poli? El que lleva el polo naranja —insistió Irene.

Noelia volvió la cabeza para mirarle y al ver que le sonreía, le devolvió la sonrisa y se encogió de hombros para deleite de todas.

—Como diría alguien que conozco ¡es divinel

Las tres hermanas aplaudieron. Laura las miró alucinada. No entendía por qué las hermanas de Juan la animaban a ligar con otro. Aquello no estaba bien. Fue a decir algo cuando Almudena se le adelantó.

—Vale, el divino de naranja para ti y el poli alto para mí.

—Vamos a ver, alma de cántaro —intervino de nuevo Irene—. Te recuerdo que has tenido un bebé hace menos de quince días y en lo que menos tienes que pensar ahora es en lo que estás pensado. ¿Te has vuelto loca?

Todas rieron ante la reacción de aquella.

—Tranquila, Irene. Tengo muy claro lo que puedo o no puedo hacer ahora. Pero oye… que te miren con deseo cuando estás como el muñeco reventón de Michelin, a una le sube la moral —dijo Almudena, finalmente.