—Salgo de copichuelas con el divine de tu bother y algunos de sus musculosos compañeros. ¡oh my god¡Estoy emocionado. Estaré rodeado por verdaderos Xmen only para mi —Sorprendidas por aquello las tres hermanas se miraron y finalmente Eva murmuró:
—Como diría mi abuelo, ¡que Dios te pille confesado hermoso! Salir con esos machos alfa de copichuelas a veces no es lo más recomendable.
—Sí lo dices porque su ruda y varonil heterosexualidad me puede asustar… Oh no, queen no. Yo solito con mi suavidad y mi lengua viperina puedo con cualquiera de ellos. Es más, que tengan cuidado, no les asuste yo a ellos.
—Lo que daría yo por veros esta noche por un agujerito —rio Irene al escucharle. Ver a los rudos compañeros de su hermano con aquel podía ser todo un numerito.
—Por cierto Almu —dijo Alicia tras descolgar una blusa—. El otro día vi a Raúl y me preguntó por ti. ¿Recuerdas a Raúl?
Almudena sonrió, ¿cómo no recordarle? Hacía dos años que no le veía pero pensar en él aún le hacía sonreír, pero al ver la cara de su hermana mayor dijo:
—No me mires así. ¿Quieres?
—Uis nenas, ¿quién es ese Raúl? —preguntó Tomi.
—El chico con el que tenía que haberse casado hace años —cuchicheó Irene.
—Buenoooooo habló doña decencia —rio Eva divertida.
—Ni decencia ni leches Eva María. Esta descerebrada dejó a Raúl para enrollarse con el innombrable del padre de su hijo y… ¡Zas!, ahora se ha quedado sin uno y sin el otro y con un muchacho que alimentar.
—Vamos… traumatizadita que estoy —se mofó Almudena mirando a Noelia.
—Sí… pero ahora estás sola, sola… sola —insistió Irene.
Eva, divertida por los aspavientos de su hermana mayor, añadió:
—Mira Irene, sé que lo que te voy a decir lo vas a considerar una gran vulgaridad, pero los hombres son como los pedos, le los tiras cuando quieres y punto pelota.
—Oh Dios mío, ¡qué vulgaridad! —protestó aquella mirando al cielo.
Aquello provoco una carcajada general de todos menos de Irene y cuando esta zanjó el tema con sus protestas Tomi se acercó a Eva.
—Guapa e inteligente. Uisss reina ¡tú vas a ser alguien en la vida!
Divertida por los comentarios, Noelia cogió una prenda y se la tendió a Irene.
—Ten pruébate este vestido gris y blanco. Estoy segura de que te quedará perfecto.
—¿No es demasiado moderno para mi?
Al escuchar aquello, todas rieron y Almudena empujando a su hermana murmuró:
—Anda… vamos para el probador que eres más antigua que el hilo negro —pero dos segundos después gritó—: La madre que te parió Irene, ¿cómo puedes llevar aún un sujetador matapasiones?
—Pero si es nuevo —se defendió.
Antes de poder decir nada más la cortina del probador se abrió y todos miraron con curiosidad el sujetador de aquella.
—Joderrrrrrr —murmuró Eva mirándola—, Pero cómo puedes llevar todavía un sujetador con la típica florecita de la abuela entre las tetas.
—Ay que angustia —susurró Tomi mirándola—, ¿Eso te pones diariamente?
—¡Pero bueno! —gritó Irene ofendida—. Este sujetador es nuevo. ¿No lo veis?
—¡¿Nuevo?! —preguntaron al unísono Eva y Noelia.
—Sí. Lo compré hace menos de un año en el mercadillo y…
—Por el amor de my life —cortó Tomi—. Eso de nuevo tiene lo que yo de ruso. Pero my love, ¿has visto donde te asientan las tetillas?
Noelia muerta de risa por los comentarios de todos tiró de su primo y tras cruzar una mirada con Almudena dijo antes de correr la cortina:
—Probaos los vestidos y recordad: tenemos que pasar por una tienda de lencería.
—Con urgencia —insistió Tomi quien de pronto al darse la vuelta y ver un vestido grito—. Oh dios mio cuchita ¡mira que divinidad! ¿No te recuerda a uno de tus Armani? El que te regaló Giorgio cuando estuvimos en Italia para su fiesta de cumpleaños.
Noelia, acercándose a la prenda sin percatarse de cómo les miraban Eva y Almu a lo tocó y respondió:
—No… no se parece al Armani, pero tiene un aire al Givenchy que llevé para la fiesta de Arnold, en California. Aunque este me parece mucho más bonito.
—Tienes razón. Es mucho más majestuoso —asintió Tomi tocando las plumas.
Noelia se fijó en el precio que ponía en la etiqueta.
—¿Cuatrocientos veinticinco euros? —preguntó sorprendida.
—¡Oh qué escándalo! —gritó Tomi llevándose las manos a la boca.
Aquel vestido en negro y blanco de corte sirena y con plumas a la altura de la cintura y en la parte inferior de la falda, con semejante diseño, textura y trabajo, en cualquiera de las tiendas donde ellos compraban hubiera costado mucho, pero muchísimo más.
Alicia, la diseñadora, al ver el gesto de aquellos se acercó y respondió casi avergonzada mientras Eva no les quitaba ojo:
—Es una tela muy buena, y las plumas están cosidas una a una, todas a mano —y mirando a Noelia murmuró—, Pero si le gusta, por ser amiga de Almudena, te haré un precio especial.
Confundida por lo que aquella le decía, la actriz sonrió y aclaró:
—Ay Dios, creo que me has entendido mal. Lo del precio lo decía porque me parece tremendamente barato. Este vestido debería costar muchísimo más.
—Niña eres lo más. Cómo mínimo deberías cobrar cinco vires más de lo que pides por él. Este vestido, con el trabajo que lleva, debería tener el mismo precio que el Dior que compraste para la fiesta de Johny Deep, aquel con el que te pusiste las joyas de Chopard aseguro Tomi aun sorprendido por el precio.
La joven diseñadora rio y Eva, sorprendida, preguntó:
—¿Tienes un Dior en el armario, has ido a una fiesta con Johnny Deep y te has puesto joyas de Chopard?
Rápidamente, Noelia reaccionó:
—Uf… ya quisiera yo. Ni caso, tonterías de Tomi.
El joven, al ver que de nuevo estaba metiendo la pata con sus comentarios, descolgó el impresionante vestido de fiesta y se lo tendió con mimo a su prima.
—Pruébatelo. Tienes que estar divina con él.
Eva, sin decir palabra, les observó intrigada. Aquellos dos habían zanjado el tema con demasiada rapidez y eso le hizo reflexionar. ¿Qué ocultaban?
Durante horas se hicieron los dueños de la tienda y se probaron todo, absolutamente todo lo que había, incluido Tomi que era el más fashion. Noelia se compró finalmente varios conjuntos de pantalón y camisa, un bolso, un vestido de gasa de noche y el glamuroso vestido con plumas. Alicia estaba rebosante de alegría. Nunca había vendido tanto a una sola dienta. Animadas por Noelia, las demás salieron con varias bolsas bajo el brazo. Aquella Nochevieja sería glamurosa y todos irían de punta en blanco para la cena.
Agotadas, felices y con media tienda dentro de sus bolsas, a las tres de la tarde decidieron ir a un restaurante para comer algo. Estaban hambrientos. Tras pedir los primeros platos Noelia, Almudena e Irene fueron al baño, la ex-embarazada se había manchado la camisa de leche, y tenía que cambiársela por otra. Mientras, en la mesa, sonó un móvil, Tomi, al reconocer que era el de su prima, lo sacó del bolso de aquella y gritó encantado:
—Salma, ¿cómo estás Darling? —tras escuchar algo contestó—. Oh sí, aún estamos en Spain. I love Spain es precioso y su gente estupenda.
Durante un rato Eva escuchó en silencio lo que aquel hablaba y se inquietó al notar que en ocasiones paraba su chorreo de palabras y la observaba. ¿Por qué la miraba así? Pero más se sorprendió al observar con detenimiento las manos de aquel. ¿Dónde había visto aquel anillo?
Finalmente Tomi se levantó de su asiento.
—En seguida vuelvo my Love. Voy a llevarle el teléfono a Noelia. Esta llamada es very importante.
Al levantarse tan precipitadamente de la mesa tiró un bolso al suelo, pero él ni se inmutó mientras se alejaba enfrascado en su glamurosa y alocada conversación. Eva dejó escapar un suspiro, se levantó de su silla y se agachó a recoger el bolso. Era el de Noelia y sus pertenencias estaban desparramadas por el suelo. Lo primero que recogió fue su pitillera de oro. Aquella que sacaba cada dos por tres para fumarse uno de sus cigarrillos. Al cogerla se fijó en el grabado y leyó Estelle N. Rice. P. Durante unos segundos se quedó mirando aquello sorprendida. ¿Estelle? Después cogió una pequeña agenda de tono violeta y, de pronto, de ella cayeron varias fotos. Al recogerlas Eva se quedó sin habla. Aquellas fotos eran de la actriz Estela Ponce y, al fijarse en ellas, saltaron las alarmas.
Copón bencito. No puede ser cierto lo que estoy imaginando, pensó nerviosa mientras su cabeza comenzaba a funcionar a toda máquina. ¿Noelia podía ser Estela Ponce?
Con rapidez miró hacia la puerta de los baños. Continuaba cerrada, y sin poder contener su necesidad de curiosear, cogió la cartera Loewe, a juego con el bolso, y estuvo a punto de gritar cuando vio el permiso de conducir americano y leyó «Estela Noelia Rice Ponce. Los Angeles. California».
—Joder… joder ¡Es ella! —murmuró a punto del infarto.
Con las pulsaciones a mil recogió todo. Lo metió dentro del bolso y se sentó de nuevo en su silla. Sacó su Blackberry y dio gracias al cielo al comprobar que había Wifi en el local. Sin perder un segando, entró en su correo y buscó el email que le había mandado su amiga Yolanda. Clicó en la foto que buscaba y miro de cerca un detalle. Dos minutos después, sus hermanas llegaban a la mesa, seguidas de Tomi y Noelia con el móvil en la mano. Eva, noqueada, fijó la vista en la mano de Tomi. El anillo era el mismo que se veía en la foto del hotel Ritz.
Uf… Dios mio. Esto es un bombazo informativo ¡que calor! pensó abanicándose con una servilleta. Lo que acababa de descubrir no la dejaba articular palabra.
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