Frente a ella estaba Estela Ponce. La diva entre las divas de Hollywood tomándose un café, con toda la tranquilidad del mundo parapetada tras una peluca y unas lentillas y ninguna de sus hermanas, ni ella misma, se habían dado cuenta. Pero ¿y su hermano? Le era difícil aceptar que su hermano no lo supiera. Seguro que se habían conocido en el operativo del hotel Ritz y por eso ella estaba allí. Pero algo no le cuadraba. Juan era un profesional y nunca se pondría a ligotear con nadie en medio de un operativo, y menos con una megaestrella de Hollywood como aquella. Tenia que hablar con él urgentemente.

Intentó comportarse con normalidad, pero le era imposible. Miró con curiosidad las manos Noelia y comprobó lo cuidadas y sedosas que parecían. Las uñas estaban perfectas y hasta las cutículas las tenía impecables. Después observó su reloj Piaget. Aquel que Tomi dijo que tenía diamantes engastados, lo que Noelia negó. Ese reloj debía de costar una millonada, no como el Gucci de imitación que ella se había comprado en el mercadillo de su pueblo. Acalorada posó su mirada en el bolso que minutos antes había recogido y al ver el símbolo de Loewe se convenció que aquello era tan verdadero como que ella se llamaba Eva María Morán. Así estuvo durante un buen rato hasta que Irene, sorprendida por lo callada que estaba, le preguntó:

—A ti que te pasa ¿has visto un fantasma?

Todos la miraron y con una tonta sonrisa se encogió de hombros.

—Sí te dijera que sí ¿pensarías que estoy como un cencerro?

El grupo volvió a reír y el camarero llegó con la cuenta. Noelia se empeñó en pagar pero esta vez fue Almudena la que no la dejó y pagó.

—Inmortalicemos el momento —sugirió Eva saliendo de su letargo con el móvil en la mano. Necesitaba pruebas. Necesitaba saber si aquella era quien imaginaba y se negaba a darle un tirón de la peluca. No, Noelia no se lo merecía.

Tras salir de allí entraron en una zapatería donde busca ron unas botas para Irene que no encontraron. AI salir Noelia cogió por el brazo a Eva y le preguntó:

—¿Crees que las botas de Loewe color chocolate que se ha probado Irene le gustaban y no se las compra por su precio?

—Sí. Estoy convencida. Pero ese dinero no se lo gasta mi hermana en ella ¡ni loca! Conociéndola se las comprará en el mercadillo —asintió esta y mirando a su hermana mayor dijo—: Irene haznos una foto.

Posaron sonrientes ante la cámara. Noelia se sentía feliz por haber encontrado el regalo de Reyes para Irene. De repente se escucharon los gritos de Tomi:

—Por el amor de Dior ladys. ¿Lo que ven mis bellos ojitos almendrados es una tienda de Adolfo Domínguez? —Todas asintieron—. I need entrar urgentemente en ella. ¡Vamos! Que esta noche quiero estar espectacular para los Xmen.

Todas sonrieron y entraron en la tienda. En el interior del local, Eva, más callada de lo normal, observaba mientras sus hermanas y Noelia, cuchicheaban con Tomi en referencia a un traje de seda azul. Con disimulo, escaneó a la actriz con la mirada y unió las piezas de su virtual rompecabezas. De pronto todo comenzaba a encajar y fue consciente que ella, Noelia, era la rubia de melena por los hombros que Irene había visto noches atrás besando apasionadamente a su hermano a través de la ventana. Veinte minutos después, cuando hubo consultado en su Blackberry cierta información sobre Estela Ponce y su primo Tomaso Anthony Nández Ponce se dirigió al grupo.

—Noelia, me gustan un montón tus gafas. ¿Dónde te las compraste?

—Son de la última colección de Valentino —murmuró Tómi—. Se las compré en Roma o ¿fue en Londres?

—Roma —respondió la propietaria.

—Bueno qué más da —rio el joven— ¿A que son lo más?

—Preciosas —asintió Eva—. Por cierto, me llama la atención lo mucho que viajáis.

—Nuestro trabajo lo requiere —sonrió Noelia sin prestarle mas atención.

Eva, anotando mentalmente todo lo que aquellos decían, miró directamente a la estrella de Hollywood.

—¿Me dejas que me pruebe las gafas? Me encantan.

La joven actriz, ensimismada en la charla con Irene, se las quitó y se las pasó. Eva observó detenidamente su rostro sin las gafas. No se notaba nada que aquel pelo no fuera suyo. Era increíble lo bien que hacían las pelucas. Aun así buscó bajo la maquillada ceja derecha la marca que Google le había desvelado que Estela tenía tras sufrir una caída de un caballo en el rodaje de una de sus películas.

Ahí está la puñetera marca, pensó al ver aquella pequeña cicatriz, pero con actitud coqueta buscó un espejo para mirarse y al instante comprobó que aquellas gafas no tenían graduación.

Vaya… vaya… por lo que veo, Estela te escondes muy bien pensó. Y, aprovechándose de que aquella no tenía las gafas puestas, le pasó su Blackberry a su hermana Almudena.

—Almu, haznos una foto —le dijo agarrando a Noelia del brazo.

Su hermana cogió el aparato que le tendía.

—Eva María, qué pesadita estás hoy con las fotos ¿no? Estás peor que cuando a Almudena le da por retratarnos —le reprochó Irene.

Sin darle mayor importancia la joven posó junto a Noelia, y cogiendo el móvil que su hermana le entregaba tras fotografiarlas murmuró entre dientes:

—Me gusta inmortalizar los momentos.

Finalmente se quitó las gafas y se las devolvió a su dueña que encantada reía por las ocurrencias de su primo. Noelia ajena a todo lo que aquella pensaba se las colocó, sin embargo, al sentir su insistente mirada tuvo que preguntar:

—¿Ocurre algo Eva?

—No… no. —E integrándose en el grupo dijo mirando a Tomi—: Por Dios chico, ese traje te queda divine. Ahora si que eres lo más.

—Estoy pa comerme, por delante y por detrás, ¿verdad? —se guaseó aquel mirándose en el espejo de la tienda.

El móvil de Noelia sonó de nuevo. Se lo sacó del bolsillo de sus vaqueros, sonrió al ver de quien se trataba y abrió la tapa. Desde hacía días estaba viviendo una luna de miel y pensaba disfrutarla a tope.

—Hola canija. ¿Dónde estás?

—De shopping en Guadalajara con tus hermanas.

—¿Todavía? —preguntó Juan sorprendido.

—Si crees que el otro día Tomi gastó dinero, espera a que lleguemos y veas todo lo que se ha regalado hoy.

Divertido por aquel comentario sonrió, estaba deseoso de verla.

—¿Tú no has comprado nada?

Mirando los bolsones que se amontonaban a sus pies asintió.

—Bueno… algo he comprado.

—¿Solo algo? —rio Juan.

—Lo confieso. He comprado mucho. Pero en la tienda de la amiga de Almudena tenían cosas tan maravillosas, que he estado a punto de comprar la tienda entera.

Feliz por escuchar su voz y por saber que ella estaba bien Juan sonrió. A pocos metros de él estaban sus compañeros preparados para un simulacro y le reclamaban. Antes de colgar indicó:

—Bueno tesoro, te dejo. Solo llamaba para saber si estabas bien. Luego te veo en casa ¿vale? Ah, y dile a Tomi que no me iré esta noche sin él.

Noelia sonrió y observando a su primo pavonearse ante el espejo con un bonito traje dijo:

—Que sepas que le vas a hacer el gay más feliz del mundo. No para de hablar de que le vas a presentar a otros Xmen como tú.

Juan se carcajeó.

—Recuerda cielo, no hagas planes con nadie a partir de mañana. Libro hasta el día siete de enero y tengo muchos planes contigo.

—¿Ah si? —rio gustosa.

—Si, preciosa.

—Vaya… me gusta saberlo.

—Más me gusta a mi canija —murmuró él antes de colgar. Noelia cerró su móvil y dejó escapar un suspiro. Le gustaba aquella sensación. Le encantaba Juan y se emocionaba al recordar la frase «luego te veo en casa».



















51

Aquella noche cuando Juan y Tomi se marcharon para tomar unas copas con los chicos, Noelia aprovechó para hacer sus compras de Navidad en Internet. Tenía muy claro que era lo que quería regalar a cada una de las personas que le alegraban la vida y aquel era el mejor momento.

Sobre las once y veinte de la noche Juan llegó al Loop con un Tomi que sonreía encantado. Era consciente de que sus compañeros reaccionarían de un modo u otro ante su amaneramiento. Era de esperar. Pero también les conocía y sabía que aquello no supondría ningún problema. Una vez traspasaron la puerta del local, Juan señaló hacia el grupo del fondo. Allí estaban sus amigos. Tomi escaneó con la mirada a todos los miembros y esbozó una gran sonrisa, se retiró su glamuroso flequillo de la frente y dijo:

Oh my God. ¡Cuánta barbaridad junta!

Aquel comentario hizo sonreír a Juan. Cruzaron el local y llegaron hasta donde se encontraban sus compañeros que al verle le saludaron, aunque no les pasó desapercibido el joven de mechas color pistacho, al que miraron de arriba abajo extrañados.

—Os presento a Tomi —dijo Juan con tranquilidad—. Él es el primo de Noelia la…

—La morenaza que me levantaste, ¿verdad? —acabó Lucas apoyado en la barra.

—Exacto —asintió Juan.

Tras intercambiar una significativa mirada. Juan continuo presentando a Tomi al resto de hombres.

—¿Ese Atila con cara de peligro también le tiró los trastos a mi prima?

Juan miro a Lucas y sonrió.

—Por el amor de Diorr ¡que suerte tiene la puñetera!

Diez minutos después Tomi hablaba animadamente con Carlos y Juan, hasta que reparó en uno de los camareros del local y cuchicheó animado:

—Uis nenes, ese guapo camarero, el de la camisa chocolate de Dolce & Gabbana, y los pantalones Versace de color blanco roto, entiende más yo.

Carlos y Juan miraron hacia la barra.

—Te equivocas. Jesús no… —dijo Juan.

—Ojo de loca no se equivoca —insistió Tomi.