—Por cierto Noelia, me encantan tus películas.

—Me alegro —respondió aquella desde el aseo.

—Oye, ahora que nos conocemos —prosiguió Eva—, si alguna vez voy por el glamuroso Hollywood, espero que me presentes a varios actores que me tienen enloquecida. Porque tengo unos cuantos en el punto de mira desde hace tiempo. ¿Conoces a Gerad Butler?

—Sí.

—Ay Dios ¿me lo podrás presentar si voy?

—Claro.

—Y a mí —se apuntó Menchu.

—Por supuesto. Es un tipo muy simpático. Cuando vengáis le llamo y salimos alguna noche a cenar.

—Madre mía… madre mía —aplaudió Eva— Cuando les enseñe las fotos a mis locas amigas de facebook van a flipar. Ese pedazo de hombre es el objeto de deseo de muchas… ¡Muchas! Y finalmente podré gritar a los cuatro vientos: ¡Gery es mío!

Noelia salió del aseó y fue el turno de Eva.

—Pues le prometo que cuando regreses tus amigas, como dices tú, fliparan.

Tres minutos después abandonaron el baño felices y contentas, Cuando quedó vacío, la puerta del aseo «Averiado» se abrió y de él salieron Paula y un atontado Pirulas. Con una pérfida sonrisa que no deparaba nada bueno, ella arrancó el cartel de la puerta y, mientras se bajaba el vestido rojo, miró al atocinado que se subía la bragueta y dijo:

—A ver Pirulas, tienes que hacerme un favorcito, cielo.

—Tú dirás Paulita —sonrió aquel.

Con la maldad reflejada en sus ojos le besó, ya casi podía padalear su triunfo…



















55

El dos de enero, a las siete y veinte de la mañana, el sonido de su móvil despertó a Juan. Él se movió y notó la presencia de Noelia a su lado dormida, sonrió y la abrazó. Cogió el móvil de la mesilla y, al ver que era su padre, contestó:

—Dime, papá.

—Hijo tenemos que hablar urgentemente.

—¿Qué pasa? — preguntó alarmado.

De pronto, el timbre de la puerta comenzó a sonar insistentemente, y el teléfono de casa también. Aquel sonido hizo que la joven actriz pegara un bote sobresaltada y, con el pelo revuelto, miró a Juan asustada.

—¿Qué pasa?

—Nada, cielo no te preocupes. Duerme —respondió conmovido al ver que aún estaba medio dormida.

Noelia volvió a tumbarse, atravesándose en la cama como solía hacer siempre, se tapo con el nórdico y volvió a dormirse.

—Juan ¿sigues ahí?

—Sí papá —dijo levantándose—. Pero espera que han llamado a la puerta.

—Es la prensa. No abras y escúchame. ¿Qué es eso de que has estado casado con Estela Ponce? Vamos, con Noelia.

—Qué —susurró saliendo de la habitación en calzoncillos blancos.

Aquella noticia, los ladridos de Senda y el maldito ruido de la puerta le estaban bloqueando como pocas veces en su vida. Lo primero que pensó fue en su hermana ¡la mataría!, pero segundos después desechó la idea. Su padre continuaba al otro lado de la línea.

—Una foto tuya y de Noelia sale en el periódico. En primera plana. Pero ¿cuando te has casado ron ella?

—¡¿Cómo?!

—Te leo el titular —prosiguió su padre—: «Geo español casado con la gran diva del cine americano». ¿Qué quiere decir esto Juan?

—Joder… joder… —resopló al intuir todo lo que se le venía encima—. Papá, eso es algo que ni tú ni nadie debería saber. Ocurrió hace tiempo, es algo sin importancia y…

—¿Sin importancia? ¿Pero cómo puedes pensar que para mi no tiene importancia tu boda? Juan, por Dios, que eres mi hijo.

—Mira papá, luego te llamo —contestó antes de cerrar el móvil.

En ese momento, se abrió la puerta de la habitación de invitados y apareció Tomi con su pijama color rosa chicle.

—Todos los días amanezco hermoso, pero lo de hoy es una exageración —dijo con coquetería.

Juan le miró, pero ni siquiera pudo oír lo que decía. Estaba bloqueado. Tomi, al verle de aquella guisa, medio desnudo con aquellos bóxer blanco susurró:

—Por el amor de my life… genéticamente eres lo más. Por cierto ¿sigo dormido? Porque si es así aprovecho y te doy un kissssss de tornillo.

Al ver que aquel no sonreía, se extrañó.

—¿Qué ocurre divine?

—La prensa.

Al escuchar aquello a Tomi se le borró la sonrisa de la cara, se llevó las manos a la cabeza y gritó:

—Oh my God. ¡Esto es un desastre! —y rápidamente añadió—: Tenemos que salir de aquí cuanto antes. No pueden verla. Si la ven confirmarán que es ella y…

Senda —voceó Juan a la perra—. ¡Basta ya!

Los ladridos cesaron, pero el incómodo pitido del portero automático continuaba. Sin poder contener un segundo más su mal humor, Juan bajó los escalones de dos en dos. Pero, de repente, el pitido cesó y dos segundos después la puerta de su casa se abrió y ante él aparecieron sus hermanas Irene y Eva.

—Madre del amor hermoso Juan, la que hay liada ante tu puerta con la prensa —dijo Irene acalorada.

—Oh sí, cielo. La prensa es horrible, y te lo digo con conocimiento de causa —asintió Tomi que había bajado tras Juan vestido con el pijama.

Más blanca que la cera Eva miró a su hermano y antes de que este preguntara aclaró:

—Juan, yo no he sido. Te lo prometo.

Irene aún sorprendida por la noticia, le enseñó el periódico a Juan y mientras entraban en la cocina preguntó:

—¿Estás casado con Estela Ponce? —al ver que aquel no la miraba, volvió sus ojos hacia Tomi—, Pero de verdad que la chica que ha estado estos días con nosotros es ella. ¿Es Estela Ponce?

—Sí querida, es ella. Ya de nada sirve decir lo contrario —asintió Tomi preparándose un café.

Juan, sin apartar los ojos de su hermana Eva, le arrancó el periódico de las manos a Irene.

—Sí tú no has sido, me puedes explicar cómo coño han llegado estas fotos aquí.

—No lo sé —gimió Eva desconcertada.

Ella no había sido y su móvil estaba en su bolso, como siempre, a buen recaudo. ¿Cómo podían haber llegado aquellas fotos a la agencia EFE? Cuando su amiga Yolanda la llamó para darle la enhorabuena por la noticia, al principio no sabía a qué se refería hasta que aquella se lo aclaró. Durante horas, intentó que las fotos no salieran publicadas, pero sus intentos fueron en vano. Aquello era un bombazo informativo imposible de parar.

—Me lo prometiste y creí en ti —siseó enfadado—, ¿Cómo has podido hacerlo? Sabes lo que esto significa. ¡Me has vendido!

—Te estoy diciendo que yo no he sido —se defendió.

—¿Y cómo quieres que te crea? Estas fotos solo las tienes tú en tu maldito móvil —siseó señalando el periódico.

—Pues tienes que hacerlo. Nunca te vendería. Nunca —gritó descompuesta.

—Venga no os peleéis intercedió Irene . Vosotros siempre lo habéis solucionado todo hablando.

Tomi intentó echar una mano a la hermana mayor.

—Vuestra hermana tiene razón. Atora necesitamos una solución al problem, no más problemas, porque cuando Noelia se levante y lo sepa… Oh my God. Se va a disgustar y mucho.

—Joder Eva —gritó Juan desencajado—. ¿Entonces quien ha sido? Te repito que estas fotos solo las tenías tú. Te dije que las borraras. ¡Te lo dije!

—Lo sé… lo sé…

—Pero no… —continuó malhumorado— la señorita metomentodo no las borró y ahora míralas, aquí están. En primera plana, en todos lados para ocasionarme problemas. ¡Joder!

—A ver love… el problema también será para mi chica. No lo olvides —susurró Tomi.

Pero Juan no le escuchaba. Estaba cegado por la ira y Eva, plantándose ante él, gritó:

—Juan, escúchame. Esto tiene que tener una explicación, y te aseguro que la encontraré, pero créeme, yo no he sido. Te lo juro por mamá. Por favor, créeme.

El timbre de la puerta volvió a sonar e Irene fue a contestar. Dos segundos después el abuelo Goyo, Manuel y Almudena con el bebé en brazos entraron. Juan, a punto de explotar, deseó gritar. De pronto, casi toda su familia se había plantado en su casa a la espera de una explicación. Todos hablaban a la vez y estaban volviéndole loco. Entonces apareció Noelia en la puerta de la cocina con gesto adormilado.

—¿Qué os pasa?

La familia al completo se quedó contemplando aquella aparición:

—Copón bendito, ¿te has desteñido gorrioncillo? —le preguntó el abuelo Goyo.

—¡La rubia! —murmuró Irene.

Noelia se despertó de golpe. Estaba tan dormida y sorprendida por el jaleo que no había reparado en su aspecto.

—Joder, es cierto —gritó Almudena—. ¡Eres Estela Ponce!

—Y la rubia que vi esa noche con juan —insistió Irene, ojiplática.

Fue a contestar, cuando reparó en las fotos de la portada del periódico que el padre de Juan llevaba en la mano. Con un rápido movimiento se lo arrebató.

—Oh no… oh no… ¡oh no!

—Oh sí my love…oh sí —asintió Tomi antes de que Juan pudiera ni gesticular.

Todos fueron testigos de cómo el gesto dormido de Noelia se transformaba en otro devastador. Tan devastador que incluso Juan se asustó cuando vio cómo Noelia paseaba sus claros ojos por la habitación y los clavaba en su hermana Eva. De pronto, una frialdad arrolladora se instaló en su mirada y levantando la barbilla al más estilo hollywoodiense se acercó a aquella y dijo:

—Felicidades Eva. Has conseguido tu gran noticia.

—No… yo no…

—Espero que esto te reporte muchas ganancias y un buen trabajo. Siempre quisiste una buena noticia y cuando la has tenido no la has desaprovechado, ¿verdad?

—Noelia yo no he sido. Te lo prometo.

Con una fría sonrisa cabeceó y torciendo el gesto siseó:

—¿Acaso pretendes que te crea?

—Sí —suplicó aquella—. Tienes que creerme yo…

—¿Crees que soy tan tonta como para no entender que una periodista como tú simplemente ha optado por vender a su propio hermano con tal de ganar fama y dinero? ¿Acaso crees que eres la primera persona que me vende?