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El veintisiete de febrero por la noche Juan estaba sentado cómodamente en su salón leyendo un libro cuando sonó el timbre de la puerta de su casa. Sorprendido, miró el reloj. Las doce y cuarto de la noche. Rápidamente se levantó y al coger el telefonillo escuchó:

—Abre Juan, somos nosotras.

AI escuchar aquello blasfemó ¿Qué hacían sus hermanas allí a esas horas? Pero apretando el botón del portero abrió la verja y después la puerta, quedándose de piedra al ver aparecer a sus hermanas, padre, abuelo, a Menchu y cuando creía que no podría ver entrar a más gente entró Carlos con su mujer, Lucas y Damián.

Boquiabierto al verles llegar con bebidas, hielo y bolsas de patatas fritas preguntó:

—¿Pero qué se supone que estáis haciendo aquí?

—Venir a ver la gala de los Oscar —respondió Eva dejándole patidifuso.

—¡¿Cómo?! —bramó enfurecido.

Lo último que le apetecía ver en aquel instante era aquel absurdo programa.

—Lo que oyes Juan —replicó Irene—. Lolo se ha quedado con los niños en casa y tú eres el único que tiene Canal Plus, a papá no le funciona.

Juan fue a decir algo cuando su amigo Carlos, tras darle un golpe en la espalda para llamar su atención, dijo:

—Eso te pasa por tener el Plus, nenaza.

Divertido por el gesto adusto de Juan, Lucas dijo al padre del anfitrión:

—Toma Manuel, una cervecita fresquita. —Y mirando hacia su enfurecido amigo, le guiñó el ojo y dijo—: en el frigorífico he puesto otra tanda. Creo que la noche va a ser larga.

—Vaya qué considerado —murmuró agriamente Juan.

—Churri —gritó Laura—. Dame una Coca-Cola.

—En seguida, preciosa —contestó Carlos encantado.

Sin entender nada de lo que estaba pasando, Juan, en medio del salón observaba todo aquel jaleo sin dar crédito mientras Senda, su perra, parecía encantada de tener a toda aquella gente allí.

—Por cierto —dijo Carlos tras entregarle el refresco a su mujer—, por si no te habías enterado, nuestra amiga Noelia está nominada a los Oscar y esto es como cuando España jugó en el mundial. En vez de todos con la roja, esta noche es ¡todos con Noelia! Nuestra chica tiene que ganar ese Oscar, sí o sí.

—No me jodas, hombre —protestó aquel—. ¿No os podéis ir al bar para verlo?

—Ni lo pienses, guapo —sonrió Almudena tras aparcar el cochecito de su bebé en un lateral del salón—. Pudiendo estar tu casa, ni de coña nos vamos al bar.

El abuelo Goyo, que estaba ansioso por ver aquel programa de televisión, cogió una de las butacas, la puso frente a la tele y gritó:

—El gorrioncito tiene que ganar por guapa y relinda.

Cada vez más alucinado, Juan les vio acomodarse frente al televisor, mientras charlaban y reían como si estuvieran en cualquier sitio menos en su casa. Incluso Senda parecía feliz. Jugueteaba con Damián mientras este le daba una patata frita. Quiso gritarles que se fueran, que no quería compañía, que lo último que quería ver era aquel programa cuando su padre, que le llevaba rato observando, le cogió por el hombro derecho y dijo ofreciéndole una cerveza:

—He traído croquetas. No veas lo buenas que salen con la nueva Thermomix.

—Pero papá… —se quejó desesperado.

—Lo sé hijo, lo sé —se disculpó aquel—, pero tus hermanas ya sabes como son y han movilizado a todo el mundo para ver la gala de los Oscar.

—¿Y no lo podían haber visto en tu casa?

Manuel sonrió, cada vez mas consciente de la necesidad de que Noelia volviera con su hijo, cogió una croqueta de la bandeja, le dio un mordisco, y dijo:

—No hijo. La gracia era verlo en la tuya.

—Joder —murmuró molesto.

Un rato después, tras poner todas las excusas del mundo para echarles de su casa, Juan claudicó. Nadie estaba dispuesto a irse de allí hasta que aquella maldita gala terminara. Pero les dejó claro una cosa. Él no iba a verla. Por ello, muy enfadado, se dirigió a su garaje dispuesto a hacer cualquier cosa menos estar allí sentado con ellos.

Sobre la una de la mañana todos vocearon al ver que por fin conectaban con el evento. Durante un buen rato vieron desfilar entre flashes a infinidad de famosos por aquella preciosa alfombra roja caminando hacia el teatro Kodak.

—Oisss que mona va la Portman —gritó Irene al ver a la actriz ataviada con un vestido granate corte imperio.

—Para mono su churri —añadió Laura—. Le conoció en el rodaje de la película Cisne negro ¿la habéis visto?

—Sí… a mi me gustó mucho —asintió Eva.

—Bueno… bueno… bueno… ¡Cómo va de guapa Penélope! —gritó Almudena.

Los ojos de todos se centraron en la actriz española y Lucas, tras beber de su cerveza, murmuró:

—Sí… está tremenda.

—¿Dónde están el gorrioncillo y Tomi? —preguntó el abuelo Goyo.

—Estarán al llegar —respondió Almudena.

—Por el amor de Diorrrrrrrr —gritó Eva—. Me encanta el vestido plateado que lleva Gwyneth Paltrow. Está guapísima.

—Guapísima… guapísima —corearon los hombres divertidos.

—Oh sí… el vestido es chulísimo. Pero claro, menudo tipazo que tiene ella. Ya quisiera yo —se quejó Almudena.

Churrí —gritó Laura—. Para la boda de mi prima Paz me haré un vestido como ese ¡que lo sepas!

—Genial, preciosa… genial —sonrió aquel tras encogerse de hombros ante la mirada guasona de sus amigos.

—Uoooo ¿y que me decís del vestido que lleva Hilary Swank? —aplaudió Menchu.

—Aisss que bonitoooooooo. Es preciosooooooooo —asintió Irene.

—Precioso… precioso… —volvieron a mofarse los hombres.

Diez minutos después Eva volvió a gritar.

—Joderrrrrrrrrrr ¡pero que bueno que esta el McConaughey! Ay Dios qué guapo está con ese esmoquin. No me digáis que ese tío no es sexy.

El resto de las mujeres asintieron.

—Todo tuyo hija. A mi me gusta más Colin Firth. Es más madurito, vamos como a mi me gustan —murmuró Irene,

Damián, que junto con los hombres se divertía con los comentarios que aquellas hacían, al escuchar a Eva y verla tan emocionada mirando la pantalla dijo:

—Bah… el macnosequé, tampoco es para tanto. Por cierto ¿no tiene nombre de hamburguesa?

Al escuchar aquello, la joven le miró y, tras darle un repaso de arriba abajo con un gesto devastador, susurró:

—Ya quisieras tú parecerte a él aun siendo una hamburguesa.

—Perdona guapa, pero ya quisiera él parecerse a mi. Y te recuerdo que yo soy de Ávila, como los chuletones —respondió aquel, ganándose varias palmaditas en la espalda de algunos hombres.

—Si es que es darle —se quejó Eva al verle sonreír.

—Eva María ¡ni caso! —replicó Irene.

—No empecemos Eva… No empecemos —sonrió Almudena.

—Pero ¿cuándo salen el gorrioncillo y Tomi? —insistió el abuelo Goyo con curiosidad.

Irene le rogó con la mirada a su hermana Eva que no discutiera con Damián, algo prácticamente imposible, pues era verse y chocar como dos trenes a alta velocidad. Después miro en dirección al anciano y 1c respondió.

—Abuelo Goyo, timen que llegar de un momento a otro. No te impacientes.

—¿Te dijo Tomi o Noe qué vestido llevaría para los Oscar? —preguntó curiosa Almudena—. Seguro que grandes firmas como Calvin Klein, Dior o Marchesa estarían como locos por verla desfilar con su precioso vestido.

—Seguro que se pone un Dior —asintió Menchu—. Noelia tiene cuerpo para ponerse eso y lo que quiera.

—Almu, Tomi no me dijo nada —respondió Eva y, bajando la voz para que Juan no la escuchara, murmuró—: Solo me dijo que intentara que el Xman viera la gala.

Al decir aquello todos se miraron entre sí y resoplaron. Juan no lo iba a poner fácil. Mientras tanto aquel, ajeno al plan que urdía el grupo, trasteaba en su garaje mientras escuchaba a los AC/DC.

—¿Y cómo hacemos para que se siente y la vea? —preguntó Irene.

—Tranquilas, preciosas —sonrió Lucas—. Para eso estamos nosotros aquí.

Todas sonrieron cuando de pronto Eva gritó:

—Ahí está Noeliaaaaaaaaaa. ¡Qué guapaaaaaaaaaaaaaaaa!

Desde el garaje, Juan escuchó el grito de su hermana y la herramienta que tenía en sus manos se le escurrió y cayó con gran estrepito al suelo. Durante unos segundos, intentó luchar contra la tentación de asomarse por la puerta y mirar el televisor, pero al final el deseo le venció y se acercó a la puerta para mirar. Allí estaba ella, tan guapa como siempre, con su espléndido pelo rubio recogido en un moño italiano y sus inquietantes ojos azules sonriendo mientras saludaba a otros actores.

—Ay mi gorrioncito que hermoso está. Es la más lustrosa de todas y Tomi, con ese traje rojo o encarnao o como él quiera llamarlo va mu relindo también —aplaudió el abuelo Goyo encantado de la vida.

Durante un rato, las cámaras de televisión siguieron los pasos de estos dos, en especial los de Estela Ponce que era una de las posibles premiadas de la noche.

—Ay churrí —gritó Laura emocionada—. Esta saludando a Vin Diesel.

—Si cielo ya lo veo —sonrió Carlos al escuchar a su histérica mujer.

De pronto, Eva miró a su hermana Almudena y preguntó:

—Pero el vestido que lleva Noelia ¿no es el que se compró en la tienda de Alicia? ¿El de las plumas?

Pero no le dio tiempo a contestar. El móvil de Almudena sonó y una alucinada Alicia gritaba como una posesa que el vestido que llevaba Noelia en la gala de los Oscar había sido diseñado y confeccionado ella.

—¡Qué fuerte! ¿Se ha puesto el vestido de Alicia? —gritó encantada Irene.

—Como diría Tomi, esta lady es lo más —se carcajeó Menchu.

Dos segundos después Noelia, junto a un guapísimo Tomi, se acercaron hasta los reporteros de televisión que les reclamaban, y tras contestar a algunas preguntas en inglés, un reportero le preguntó algo en español y ella contestó: