—Este bonito vestido es un diseño exclusivo de la maravillosa Alicia Domínguez. Una estupenda diseñadora española que tuve el placer de conocer cuando estuve en España, y que estoy segura que pronto dará mucho que hablar. De hecho Annette Bening ya me ha pedido su teléfono.
—Ay madre… Alicia tómate una tilita que la necesitas. Mañana hablamos —susurró Almudena antes de colgar.
Juan, incapaz de dejar de mirar la pantalla, siguió todos los movimientos de Noelia. Le encantaba cómo aquella preciosa mujer sonreía y eso le hizo que el corazón comenzara a latirle con fuerza. Pero cerró los ojos y volvió a lo que estaba haciendo. ¿Qué hacía mirándola? No debía martirizarse con algo que no podía ser.
Tras más de una hora y media en la que desde la casa de Juan piropearon a todos los actores que entraban en el teatro Kodak, la gala comenzó. Expectantes como nunca en su vida, ninguno quito el ojo de la pantalla, y cuando anunciaron que en unos minutos iban a abrir el sobre que desvelaba el gran secreto que todos esperaban, sin dudarlo Carlos, Lucas y Damián se dirigieron con paso firme al garaje, cogieron a su amigo Juan entre los tres, y sin importarle los puñetazos ni las blasfemias que aquel soltaba le sentaron frente al televisor.
—Queréis soltarme, joder —gruñó aquel.
—Ni lo sueñes —rio Carlos poniéndole unas esposas que lo sujetaban al butacón.
—Juanito, hermoso deja de moverte así o te cepillaras el butacón —dijo el abuelo Goyo con mofa.
Aturdido, explotó malhumorado:
—¡Os juro que esta me la vais a pagar! Papá —gritó—, haz el favor de decirles a estos idiotas que me suelten.
Manuel, al escuchar aquello, se dio la vuelta, cogió el plato de croquetas y preguntó:
—¿Quién quiere una croqueta?
—¡Papá! —vociferó incrédulo.
Como si de una comedia absurda se tratara todos gritaron mientras cogían lo que Manuel les ofrecía y cuando por fin callaron Juan gritó:
—Venís a mi casa, os entrometéis en mi vida y encima tengo que soportar que me hagáis esto.
—Anda Juan, cierra el pico —se quejó Eva—, Solo queremos que veas con nosotros si Noelia gana el Oscar o no. Al fin y al cabo la conocimos gracias a ti.
—Lucas, maldito cabrón ¡Suéltame!
—No divine —se mofó aquel—. Esta es mi venganza por levantarme a esa preciosidad.
—Pero ¿tú estás tonto? —voceó Juan. Y mirando a Damián insistió—: ¡Suéltame tú!
—Lo siento colega. Si lo hago Mariliendre y el churri luego no me ajuntaran. —Al decir aquello, Eva le miró divertida y le guiñó un ojo.
—¡Joder! Esta me la pagáis —soltó Juan desesperado Justo antes de que su hermana Eva le pegara algo en la boca.
Incrédulo, comprobó que un trozo de cinta americana le bloqueaba de pronto la boca. Ya no podía gritar.
—Tomi me dijo que con esto no escucharíamos tus maldiciones —dijo Eva encogiéndose de hombros.
—Psss a callar hermoso que van a decir si nuestra muchacha ha ganado o no —exigió el abuelo Goyo levantando su bastón nuevo.
Convencido de que nada podía hacer rumió sus blasfemias, mientras todos los demás sonreían y cruzaban los dedos a la espera de que abrieran el sobre y dieran el nombre de la ganadora al Oscar como mejor actriz.
De detrás del decorado salieron George Clooney y Sharon Stone y tras dar entrada al video de presentación de las nominadas, George, tan guapo y sonriente como siempre, abrió el sobre, sonrió y se lo pasó a Sharon que dijo:
—And the winner is… Estela Ponce.
Al escuchar aquello, la locura reinó en casa de Juan. Todos saltaban, aplaudían y reían como cuando España ganó los mundiales de futbol, mientras Juan esposado en la butaca ni les veía. Solo podía mirar la pantalla de televisión, donde el realizador del programa se centró en la emocionada y llorosa ganadora abrazada a su primo Tomi. Sin poder demostrar su orgullo, Juan la vio saludar hecha un manojo de nervios a todos los que estaban sentados a su lado. Entre ellos reconoció a su padre, el gran Steven Rice. Ella le dio un rápido beso en la mejilla y este sonrió. Un minuto después, la flamante ganadora del Oscar a la mejor actriz, con su impresionante vestido de plumas negro subió al escenario en busca de su premio.
—¡Callaos leches! que va a hablar el gorrioncillo.
—Sube el volumen —pidió Manuel y arrancando de un tirón la cinta de la boca de su hijo le dijo—: Juan tradúcenos todo lo que diga.
Durante unos segundos, Noelia habló en inglés y Juan hipnotizado comenzó a traducir. Entre lágrimas y risas Noelia dio las gracias al director de la película por darle le oportunidad de interpretar aquel papel, a sus compañeros, a todo el equipo y a su padre. Las cámaras de televisión enfocaron Steven Rice quien asintió y sonrió tras su fría estampa. Las cámaras volvieron a enfocar a la emocionada ganadora y esta, buscando la que tenia encendido el piloto rojo, la miro y, en perfecto español, dijo sin importarle las personas que estaban a su alrededor:
—Este premio también se lo quiero dedicar a una maravillosa familia que conocí en un encantador pueblecito de España, llamado Sigüenza…
Al escuchar aquellos todos aplaudieron y Almudena divertida soltó:
—Aisss ya no solo conocerán Alcobendas por Penélope. Ahora gracias a nuestra Noelia medio planeta sabe que existe un pueblo en España llamado Sigüenza.
—Psss calla que sigue… —apremió Irene emocionada, mientras Noelia decía.
—Gracias a todos vosotros por ser como sois y haberme demostrado el cariño que me tenéis. Quiero que sepáis que os voy a querer hoy, mañana y siempre a todos —recalcó aquella última palabra con los ojos llorosos mientras la gente aplaudía—. Soy actriz. Me enorgullezco de ser actriz. Me gusta interpretar distintos papeles para hacer llorar, reír, emocionar, en definitiva, hacer soñar. Y aunque suene a utopía lo que voy a decir, me gustaría que alguna vez mi vida tuviera un final de película y ser yo la que soñara. —El público aplaudió y ella mirando a cámara añadió—: Aunque si les soy sincera una vez soñé. Conocí a un hombre especial, maravilloso e inolvidable que con sus miradas y su cariño consiguió que lo irreal se volviera real y que lo impensable, durante un corto espacio de tiempo fuera perfecto, maravilloso y posible. Gracias a él, atesoro en mi corazón bonitos recuerdos que nunca, nunca olvidaré.
Dichas esas palabras, la actriz, tremendamente emocionada dejó de mirar a la cámara, sonrió a todos los presentes del teatro Kodak y desapareció tras el decorado en medio de una clamorosa ovación.
En ese momento, todos, incluida la propia Senda, miraron con detenimiento a Juan que continuaba con la mirada fija en el televisor, alucinado y pasmado. Lo que aquella mujer acababa de hacer era la mayor muestra publica de amor que había visto nunca y el protagonista ¡era el!
Vaya… pensó aturdido.
—Juanito hermoso reacciona —gritó el abuelo Goyo—. Que el gorrioncillo te quiere. O como dicen en su tierra teaisloviu.
—Ay Dios… que momentazo —suspiró Menchu todavía sorprendida.
—… momentazo pero de los que se recordaran toda la vida —asintió Eva boquiabierta, consciente de que la prensa estaría a las puertas de la casa de su hermano en pocas horas.
—En vivo y en directo ha declaro su amor hacia ti ¡qué bonito! Y qué románticooooooo —añadió Irene.
Emocionada por lo que acababan de presenciar Almudena miró a su hermano y dijo.
—Juan, ella te quiere por quien eres. El resto no le importa. Solo le importas tú. ¿No te das cuenta?
Laura abrazándose a su marido Carlos le miró amorosa.
—Ay churri ¿tú me quieres tanto?
—Más… tesoro. Yo te quiero más —respondió encantado.
Lucas, que estaba tan sorprendido como el resto, al escuchar los comentarios romanticones de las féminas las miró y dijo:
—Mira que os gustan estas gilipolleces románticas a las mujeres.
—Ni que lo digas —asintió Damián divertido observando la cara de tontorrona de Eva.
La cabeza de Juan no paraba de dar vueltas mientras intentaba centrarse en lo ocurrido. Noelia, su Noelia, le acababa de hacer una declaración de amor en toda regla sin importarle absolutamente nada. Solo él.
—Esta muchacha nunca dejará de sorprenderme —rio Manuel emocionado por lo que aquella jovencita había hecho ante medio mundo y en especial, al ver a su hijo tan bloqueado.
—Joder… ¡pero que suerte tiene este tío feo! —se mofó Lucas—. Si no hubiera sido por ti, estoy casi seguro que ella hubiera hecho eso por mi.
—Mariliendre no alucines, que tú no eres él —se mofó Carlos.
—¡Soltadme! —consiguió decir Juan.
—Vale —asintió Eva— Pero antes de que la líes parda déjame decirte que lo único que queríamos era que vieras lo que has visto porque tenías que verlo. Ayer cuando hablé con Tomi me dijo que…
—Soltadme ya —repitió lentamente.
—Oye Juan —dijo Irene al ver el gesto de su hermano—. Haz el favor de comportarte y no liarte a guantazos con ninguno de los presentes o te juro…
—¡Soltadme de una puñetera vez! —insistió con voz grave.
Al escuchar aquel tono de voz, Manuel retiró a sus hijas hacia atrás, se encaró a él y dijo:
—Ahora mismo Juan, pero tranquilito eh…
—Papá estoy muy tranquilito —asintió este.
Lucas, Damián y Carlos se agruparon dispuestos a defenderse de su ataque. Su mirada lo decía todo. Aquella mirada oscura delataba enfado y brutalidad. Entonces Carlos le tiró a Manuel la llave con la que abrir las esposas, y este procedió. Dos segundos después, ya liberado, Juan se levantó, anduvo hacia sus compañeros y dijo con voz áspera:
—Esta os la guardo a los tres.
—¡Qué emoción! —se guaseó Carlos.
—Uisss ¡qué nervios! —murmuró Damián.
—Acojonado estoy —se mofó Lucas ganándose una seria mirada por parte de todas las mujeres.
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